Conferencia «Ilustración Simbólica» del 23/04/2023, por Dña Paula Plaza Moreno Sala de Exposiciones RSEAPT C/ San Agustín nº 23 La Laguna

Reflexiones personales sobre la ilustración simbología 

Voy a presentar por primera vez al público estas imágenes, realizadas una por una, con una técnica de ilustración basada en estilógrafos de diferentes calibraciones, sobre papel de Canson “Imagine” de 200 gramos, por m2.  Cada círculo del margen mide; 11 ’50 cm de diámetro. En esta muestra presentaré sesenta ilustraciones basadas todas ellas en la simbología masónica, llevo unos años trabajando con gran esmero los dibujos para el del próximo libro, aquí voy a presentar algunas de las imágenes que lo componen, todas las que vamos a ver hoy entrarán en la edición, y por supuesto agradecer la colaboración del Profesor y Catedrático Joan Francesc Pont, de la Universidad de Barcelona, y Académico numerario de la Real Academia Europea de Doctores,  en la que yo pertenezco. Gracias también  por la aportación del texto para dicho libro, que aún tenemos que ponerle un título que se está gestando,  siendo así un gran apoyo de conocimiento, experiencia y entusiasmo. 

Para utilizar los símbolos en los dibujos, hay que comprender que, el símbolo es un elemento de transmisión de las más elevadas concepciones, desde el entendimiento universal de la masonería, y a través de la mano artística, que dibuja se forma un receptáculo formal de una idea, sea esta idea superficial o profunda. El símbolo nos conduce a ella. En el símbolo se da la dualidad entre el continente y contenido. El acto de dibujar, antes, durante y después, podemos apreciar el símbolo y leer lo que los símbolos evocan. Gracias a la capacidad imaginativa que nos permite escalar a niveles de realidad que van de lo visible a lo invisible, de lo superficial a lo esencial, y por medio de la analogía relacionamos las cosas de este mundo, hallando lo pequeño en lo grande y lo grande en lo pequeño.

Por otro lado, el lenguaje del símbolo es intuitivo y evocador, me conecta por analogía natural con las ideas sin intervención de la razón, y esto es lo que transmite el dibujo. El símbolo es la capacidad de abrir puertas a realidades más profundas y elevadas para despertar de alguna forma los recuerdos pasados.

Al utilizar el símbolo masónico para transmitir una idea, y plasmarla en un dibujo, como huella material, y con la semejanza de utilizar los cánones naturales, es la manera más abierta y universal del entendimiento entre los seres humanos de todas las diferentes partes del mundo, por ello, permítame decir; el lenguaje simbólico se convierte en un lenguaje universal, intuitivo, valioso en cualquier lugar, pues reproduce un proceso creativo con esquemas universales naturales.

La masonería y su aspecto simbólico está íntimamente vinculado con la asociación de ideas. El símbolo despierta un recuerdo. Puede despertar un recuerdo instintivo, emocional, e inclusive recuerdos de verdades profundas y elevadas.

Se trata de la sabia combinación de elementos sensibles tocando las fibras del interior del ser humano. Emociones, sensaciones, imágenes e ideas se combinan y afloran. La simbología se manifiesta como un verdadero conductor de la conciencia. A través de sus imágenes, sonidos y formas puede despertar en el hombre el recuerdo de lo sublime que contiene su alma. Podemos afirmar incluso que la contemplación de la belleza despierta la belleza interior.

Estas ilustraciones simbólicas pueden, de alguna forma, invocar ante nosotros los sublimes arquetipos, los modelos del mundo que como meta demarcan un sendero para la vida. 

En otro nivel, la misma función simbólica a través de la realización de la imágenes va a producir una reflexiones que me van a ayudar a encontrarme a mí misma, a través de la propia creación, a modo de un diálogo interno. Estas prácticas sacan la representación de las imágenes contenidas desde dentro, aquello que he recordado e inclusive podría estar sencillamente olvidado en mi interior. Trabajar el dibujo, tiene esa capacidad liberadora de sacar a la luz elementos, que necesito que se exprese a través de la mano. Y es por medio de ese proceso, que encuentro la forma de encontrarme conmigo misma, no sólo de medir, sino de sentir, de percibir.

Las formas naturales construidas por las leyes inmutables. Estas leyes se manifiestan en proporciones que determinan sólo unas pocas estructuras básicas cuyas infinitas combinaciones producen la gran diversidad de formas de la naturaleza.

Ésta es la fuerza evocadora que me envuelve e intentó por todos los medios plasmar en los dibujos ya que el poder educativo del arte, es capaz de cultivar las emociones, elevando la imaginación y la conciencia a la percepción.

Función y finalidad de arte simbólico masónico

El arte simbólico masónico tiene como finalidad el contribuir a la realización plena del hombre, individual y colectivamente. Y esta realización no será posible sino en la medida que se potencie lo mejor y lo más noble entre los hombre y mujeres, que ayude a desplegar el potencial humano que todavía encierra nuestra naturaleza.

El arte, por tanto, no sólo ha de ser una vía de expresión, sino que ha de expresar algo que encierre una finalidad. Realmente podemos hablar de arte cuando se trasciende la mera necesidad o utilidad material y se proporciona a los objetos una cierta belleza, cuya finalidad está en la satisfacción estética o el mensaje que encierra.

Para el artista la finalidad del arte se resuelve, entre otras, a través de la obra bien hecha, en un proceso de transformación y depuración interna. Es en el trabajo y el proceso de dar a luz al dibujo, donde se encuentra su mayor riqueza. Los dos movimientos del alma de organización y contemplación, le llevarán al despliegue de la voluntad sobre la materia y al ascenso de la conciencia hacia los mundos estéticos. Es en ese canal ascendente‐descendente donde se manifiestan los misterios alquímicos del arte. Para las personas que contemplan o disfrutan los dibujos, la finalidad está en el goce estético como en el mensaje ético. El mensaje ético nos transporta hacia una revelación. Su poder de comunicación le convierte en verdadero arte en la medida de su mensaje. Las imágenes simbólicas entonces, a través de su finalidad, va cultivando el sentimiento de la belleza en el hombre, que al desarrollarse afina el carácter y las costumbres, va dosificando el entendimiento y dignificando la conducta, va a conducir de este modo al hombre hacia lo mejor de sí mismo, le va a desvelar un secreto a través de la iluminación. Es esta dimensión vertical de ascenso de la conciencia la que demarca la finalidad del arte.

La creación y la representación artística nacen del encuentro de dos líneas, de dos factores: Por un lado la estructura formal, la capacidad de dominio de la materia; y por otro lado el mensaje y su profundidad.

Intento de desarrollar una capacidad

Trabajar sobre el desarrollo de una capacidad de dominio sobre la materia que implica voluntad, constancia, conocimiento y capacidad de esfuerzo. Mientras se elabora un dibujo con simbolismo masónico de ninguna manera se puede improvisar, el conocimiento y desarrollo técnico, se manifiesta como el control de las formas, capaz de introducirme, como una mano, en la materia y hacerla dúctil a mi voluntad. Precisa de un constante perfeccionamiento de una misma, movida por el entusiasmo que produce la pasión artística, y el amor a las artes.

Como me desenvuelvo ante la idea, la resolución y la ejecución del dibujo simbólico

Para acceder a la inspiración, necesito estar y sentirme en una resonancia interior, es decir tener una estabilidad entre lo que pienso, lo que siento y lo que hago, la forma de construir un canal.

Una vez establecido el canal, concentrada, pueden pasar dos cosas, la primera y la más corriente, es simplemente componer desde el mundo de las formas, que es solamente imitar, es unir trazos para tratar de reproducir lo que reconocemos. La segunda, es una creación artística. 

Después de decir esto, me considero un instrumento e intérprete de la verdad unido a las artes. Como tal tengo que esforzarme no sólo en tener superados los mecanismos técnicos de la ilustración y dibujo, sino también en tener una honradez conmigo misma, ya que parte de mi se expresa en la obra, donde el resultado de esa verdad va  hacia el instrumento‐puente entre el alma artística y la inspiración. Ser puente y frontera entre lo visible e invisible, entre lo terrestre y lo celeste. Por lo tanto es un compromiso adquirido y ha de ser un buen puente. Así, como artista cada vez más se requiere un constante perfeccionamiento, tanto en la capacidad técnica, como en su naturaleza interna.

El símbolo es de alguna manera desvelar lo invisible, sentirlo y desde este sentimiento verlo y de esta manera lo muestro con las imágenes, ya que explicarlo es muy difícil e indescriptible.

Así no sólo tengo que mirar dentro de mí, sino a través de mí, salir de la oscura caverna de las propias pequeñeces, contemplar el mundo en toda su inmensidad, temblar humilde por amor a las artes o alzarme heroicamente contra la oscura opresión, es así la verdadera disposición para la inspiración.

Si soy capaz de elevarme con toda la atención, es probable que se desvelen los escondidos canales por donde la vida, en sus diferentes planos de manifestación, discurre en belleza trasformadora. Cuando miro, oigo o siento, puedo trascender la razón y el sentimiento, quedando únicamente la contemplación pura y serena capaz de captar un leve misterio. Me ayuda a participar de un mundo más allá de lo aparente, donde lo visible y lo invisible forma una unidad total.

Es muy hermoso ver y apreciar la belleza por igual en lo grande y en lo pequeño, en lo sencillo y en lo complejo, pues tiene valor, no a la cosa en sí, sino a la belleza que se expresa en ella. Se aprecia una dulcificación del alma y de un impulso vital de alcanzar la perfección.

Esto no quiere decir que esconda lo grosero, ni el dolor, ni el caos, sino que lo transformo en una finalidad casi alquímica, donde la vida necesariamente se resuelve en una finalidad que trasciende el bien y el mal.

Asi cuando dibujo me provoca un estado de conciencia receptivo a elementos elevados, despertando esa conciencia que existe en mi.

La atención revela la realidad más sutil y profunda de los hechos y la vida, porque no ha perdido la capacidad de asombro. Es la misma capacidad que hace al hombre ser filósofo, recreando cada día la mirada para recibir la ofrenda de un nuevo secreto.

Para mi es muy difícil saber dónde  nace la inspiración, pero sí es cierto que en ella interviene en buena parte el entusiasmo, esa divina locura o furor heróico. A la vez cuando se trabaja en los dibujos me invade estas dos emociones, la serenidad y el entusiasmo, así convivo con ellas como en la vida misma. Serenidad es orden en la personalidad, y el entusiasmo es elevación del espíritu. Del equilibrio de estos aspectos, pasivo y activo, receptivo y conquistador, surgirá la mezcla que configuran mi ser como artista.

A continuación vienen una explicación sobre los dibujos expuestos,uno por uno.

Paula Plaza Moreno

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