Cuento: «Sofía y el misterio de la fuerza del tótem»

Autora: Eunice Encinoso Moreno

Ilustración: Paula Plaza Moreno

Sofía percibía que durante toda su vida le acompañaba la presencia muy fuerte de una protección especial.

Ella siempre había deseado tener un tótem. Le encantaba la naturaleza y tenía varios animales preferidos, pero nunca había querido averiguar cuál de ellos lo representaría.

Eso le supondría tener que dejarse guiar por su sabiduría interior y mirar en lo más profundo de su alma, lo cual le causaba miedo.

Además, creía que si encontraba la respuesta excluiría de su corazón al resto de sus animales preferidos. Así que eligió desconocer qué tótem la acompañaba y la protegía con tanta fuerza.

A Sofía le acontecían muchas cosas mágicas en su vida y estaba convencida que esto se debía a que su tótem era su guía.

Estaba acostumbrada a que cuando le pedía algo a la Divinidad Universal, ésta le respondía con rapidez y siempre le mostraba la mejor solución.

Hacía ya unos años que había escrito un cuento. Deseaba publicarlo, pero para ella era muy importante que estuviera ilustrado por alguien que pudiera captar lo que sus palabras no alcanzaban transmitir; alguien que tuviera una sensibilidad especial.

Sofía desconocía por qué en esta ocasión, su deseo de encontrar a esa persona, no se estaba cumpliendo con la rapidez a la que ella estaba acostumbrada.

Varios años después de escribir su cuento, durante un solsticio de verano, que para Sofía siempre fue un momento muy importante porque le hacía sentirse conectada con la naturaleza, la Divinidad Universal le daría la respuesta que tanto esperaba.

Ese día del año en el que la luz estaba en su máximo esplendor y que muchas culturas lo celebraban como acontecimiento cósmico, Sofía estaba disfrutando reunida con unos amigos. Este solsticio de verano sería particularmente significativo para ella porque entre esos amigos conocería a Aluap, la persona que ilustraría su cuento, con la que compartiría una buena amistad y que le descubriría más adelante cuál era su tótem: dos osos polares.

Se sintió feliz porque supo que tenerlos como tótem no excluía a los demás animales por los que sentía tanto amor y que incluso, ese amor, ahora se irradiaría aún más.

También comprendió que supondría una responsabilidad haberlos descubierto como protectores. Se sentía afortunada por tener dos en lugar de uno y porque los osos polares representan el arte de la introspección y la valentía. Cualidades que Sofía tenía que cultivar y compartir. Además, los osos polares simbolizan los dos extremos del eterno camino en la evolución del Ser; el de la hibernación como camino hacia la introspección y el de la consciencia como camino hacia la acción, el de la luna y el sol, el de la vida y la muerte…

A Sofía le quedaba mucho por aprender…

Agradeció que se le revelara el misterio de la fuerza de su tótem y también agradeció la contestación por la Divinidad Universal a “su esperada respuesta”.

FIN

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