Cuento: «Libertad»

Autora: M.Araceli Ramos Ramos

Ilustración: Paula Plaza Moreno

LIBERTAD

Volvía a suceder… Hace mucho, mucho tiempo, en el mismo y preciso momento, venían al mundo Copete y Oriana, dos almas con un destino común: mantener la armonía entre dos reinos: el del hombre en la tierra y el del águila en el cielo. La estrecha colaboración entre la sabiduría y empatía del hombre y la amplia visión, inspiración y protección del águila, garantizaban la paz y el bienestar de todos aquellos seres que habitaban en aquel remoto lugar.

A diferencia de sus generaciones anteriores, Oriana, una preciosa niña de cabellos dorados como el sol y Copete, un aguilucho de precioso pelaje, pronto dejaron presente el malestar y la envidia que el uno causaba en el otro y viceversa. La niña crecía y ansiaba las imponentes alas de aquel engreído águila que podía dominarlo todo desde las alturas, volando sin descanso por aquel inmenso cielo azul; el águila despreciaba a aquella repipi princesa que abría sus brazos torneados y morenos y conseguía el abrazo de todo aquel que pasaba por allí, o que utilizaba junto con sus piernas largas y fuertes para nadar, correr, saltar, etc. Ninguno entendía por qué tenían que mantenerse juntos si ni tan siquiera se caían bien. Era imposible que ocuparan el mismo espacio sin que, entre ellos, se desatara una cansina disputa verbal.

Preocupados, los progenitores de ambos decidieron pedir consejo al gran Rey Sol, para encontrar una solución y poner fin a la enemistad entre aquellos que estaban predestinados a entenderse.

El Rey Sol, sabiendo que era mucho lo que aquellos dos ponían en juego, los desterró a una isla donde convivirían sin más ayuda que la que ellos mismos se dieran. Solo podrían regresar si lo hacían juntos y en paz. Los padres de ambos se quedaron desolados, pero no tuvieron más remedio que arriesgarse a perder lo que más querían, para mantener lo que durante tanto tiempo se había logrado. Era un sacrificio enorme, pero tenían la esperanza de que aquellos cabezotas entraran en razón.

Pasaron varios meses y ambos intentaban sobrevivir en aquella apartada isla sin pedir ayuda al otro, pero, evidentemente, no funcionaba bien. Seguían envidiándose y deseando lo que cada uno tenía y de lo que el otro carecía. Oriana ansiaba esa libertad que sus brazos y piernas nunca le darían, y Copete deseaba experimentar todo aquello que el sentido del tacto le proporcionaba a ella.

Aburrido, el Rey Sol les dio su última oportunidad para evitar ser desterrados y vivir en soledad el resto de su vida. Les propuso un trato: si juraban mantener el secreto para siempre y que nadie notara nada, Oriana se convertiría en Copete y al revés, pero, a cambio, tendrían que hacer un importante sacrificio: mantenerse juntos durante toda la eternidad, evitando que en los futuros nacimientos conjuntos se produjese una situación parecida, consiguiendo mantener la paz entre sus reinos para siempre.

Aceptaron, por supuesto, cada uno conseguiría lo que tanto ansiaba. Durante cinco años, convivieron en aquella isla aprendiendo el uno del otro todo lo que necesitaban saber para que nadie notara nada, y cambiando sus envidias y egoísmos por unos fuertes lazos de amistad que los harían inseparables. Felices y entusiasmados regresaron junto a los suyos para afrontar, con valentía, el gran futuro común que tenían por delante. Habían aprendido que solo juntos y compenetrados, sin odio ni envidia, podrían mantener a salvo sus reinos por siempre jamás.

Hoy, muchas veces, cuando más luce el Sol, se ve a una hermosa joven y a un imponente águila que transmiten LIBERTAD: la que está en cada uno de nosotros cuando conseguimos aceptar todas y cada una de nuestras cualidades sin mirar las de otros; complementándonos para conseguir el bienestar común.

FIN

Deja un comentario