Cuento: El gato hocicudo

Autora: Paula Plaza Moreno

Ilustración: Paula Plaza Moreno

Érase una vez, en un pueblo pequeño, de unas cuantas casas blancas muy cerca de la playa, llenas de aparejos de pesca, redes, ganchos, cestas de mimbre, y maceteros con flores. Desde el mar sube una brisa fresca con un olor a pescado y agua salada, llegando a todos los rincones del lugar.

En el pueblo últimamente salían unas líneas abultadas por la calle de un lugar a otro y sonidos desde el suelo como si estuvieran rascando, ¡ras, ras, ras!. A lo lejos se ve venir a un hermoso gato, llamado Hocicudo, de apariencia robusta y con larguísimos bigotes blancos. Hocicudo se pasa la noche con los ojos bien abiertos y las orejas puntiagudas hacia arriba en vigilia, intentando escuchar los maullidos de los demás gatos del lugar, además de estar preocupado por los sonidos extraños ¡ras,ras,ras.!

Y según va paseando moviendo su cola de un lado a otro, se encuentra a dos gatas hermanas Lili y Misi, ellas le comentan alarmadas lo que está ocurriendo, ¡algo terrible en el pueblo!.

Las personas están sacando de sus hogares a los niños y a los animales, a los grandes, los pequeños, a los enfermos, a los juguetones, a todos.

Por la calle se ven como vienen moviéndose unas manchas de preciosos pelajes en la oscuridad, gatos blancos, amarillos, naranjas, son los animales del pueblo que suben por la calle principal a buscar urgentemente a Hocicudo.

Hocicudo: Hola, mis amigos, ¿qué hacen por aquí?

Lili: Nuestros dueños nos sacaron de la casa rápidamente y la verdad es que no sabemos qué hacer, tenemos que irnos de aquí, por eso venimos a buscarte, Hocicudo, tú eres un gato vagabundo y podrás decirnos donde ir a refugiarnos.

Hocicudo: Lili , cuenta cuántos gatos somos y vamos a una casa que está a las afueras de pueblo. Allí estaremos a salvo con la Señorita Gertrudis.

Misi: ¿Ella nos acogerá?

Hocicudo: Claro que sí, no te preocupes, la señorita Gertrudis es buena, agradable y muy cariñosa.

Mientras tanto.

Lili: Miau uno, miau dos, miau tres, miau cuatro, miau cinco, miau seis, miau siete, miau ocho, miau nueve, miau diez, miau once, miau doce, miau trece, miau catorce, miau quince, miau dieciséis, miau diecisiete, miau dieciocho, miau diecinueve, miau veinte, miau veinte y uno, miau, veinte y dos , miau vente y tres, miau veinte y cuatro, miau veinte y cinco, miau veinte y seis, miau veinte y siete, miau veinte y ocho, miau veinte y nueve , miau treinta, miau treinta y uno, miau treinta y dos, miau treinta y tres, miau treinta y cuatro, miau treinta y cinco, miau treinta y seis, miau treinta y siete, miau treinta y ocho, miau treinta y nueve, miau cuarenta, miau cuarenta y uno, miau cuarenta y dos , miau cuarenta y tres , miau cuarenta y cuatro, miau cuarenta y cinco , miau cuarenta y seis, miau cuarenta y siete. Hocicudodo, somos miau cuarenta y nueve contándonos tú y yo.

Hocicudo: Muy bien, iremos todos juntos, no se separen.

Así, poco a poco, todos subieron la calle y empezaron a ir detrás de Hocicudo.

Lili preguntó; : Hocicudo, ¿la Señorita Gertrudis vive sola?

Hocicudo: Si Sí, ella vive sola desde hace mucho tiempo, aunque es una mujer joven, sus papás no están, ni sus abuelos tampoco. Ha tenido que vivir sola junto a sus animales de compañía. En su casa hay gatos, perros, pajaritos y un jardín con plantas que tienen un olor riquííísmo.

Al llegar a la puerta del jardín, Hocicudo les dijo: Esperadme aquí, ya es tarde y la voy a despertar.

Hocicudo entró en la casa por la ventana abierta y se acercó a ella, que se encontraba durmiendo. Le tocaba la mano con la patita, y con el hocico la levantaba hasta que la mano estuviese en su cabeza. De repente hocicudo Hocicudo sintió sus caricias.

¡Hola, Hocicudo! ¿Qué haces aquí, a estas horas?

Hocicudo maúlla insistentemente y salta al suelo, la sigue llamando, ella se da cuenta que ocurre algo.

¡Vamos, vamos, voy enseguida!. 

Se acercaron a la puerta del jardín y allí estaban todos los gatos.

La señorita Gertrudis abrió la verja y entraron muy contentos, todos dentro de la casa haciendo preguntas, unos encima de la mesa, otros en el sillón. La casa, de repente, se llenó de alegría y juego.

El gato Hocicudo dijo, a partir de hoy señorita Gertrudis, te llamaremos la “ Dama de los gatos” y todos los gatos maullaron y ronronearon con alegría.

Hocicudo salió de la casa para averiguar qué pasaba en el pueblo, fue solo sin que le acompañara ningún gato y se presentó en la casa de su amiga Filomena y le pregunto ¿qué ocurre en el pueblo?

Filomena respondió: Hocicudo, hemos tenido que sacar a todos los niños y animalitos pequeños, porque el pueblo se ha llenado de comadrejas muy agresivas. Han tenido que irse de su hábitat por falta de alimentos y llegaron al pueblo, son muchas y peligrosas. Estamos haciendo jaulas, y también encontramos un lugar donde llevarlas, donde hay un riachuelo y suficiente vegetación para que vivan tranquilas, pero primero hay que encontrarlas.

Hocicudo alzó su hocico y le dijo, ¡yo puedo ayudar! se donde pueden estar, las comadrejas dejan un rastro por su olor fétido y muy desagradable,
encontrarlas no será difícil.

Así, Hocicudo con sus habilidades olfativas participó con mucha destreza en encontrar a las comadrejas y llevárselas al nuevo refugio donde vivirán felices, y la “Dama de los gatos” con su amabilidad ayudó a todos los gatos del pueblo hasta que pasara el peligro y pronto fueran a sus casas con sus dueños.

Colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN

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